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El significado de la verdadera sumisión a Dios (‘ubudíyah)

pregunta: 49016

En la pregunta No. 118804 leí que el propósito por el cual fue creada la humanidad es para consagrarse a la adoración de Dios solamente ¿Podría usted explicarme el significado real de adoración?

Texto de la respuesta

Alabado sea Dios, y paz y bendiciones sobre el Mensajero de Dios y su familia.

, y que la paz y las bendiciones de Dios sean con Su Mensajero. 

La adoración (en árabe ‘ibadah), significa humildad y sumisión ante el Creador del universo. Los musulmanes árabes usan la frase ‘tariq mu’abbad’ para describir el dulce camino que ha sido suavizado por los miles de millones de pies que lo han caminado. 

En la terminología islámica la palabra adoración es usada en dos sentidos: 

1) Para designar los actos de una persona, tal como pagar la caridad obligatoria, que es descripta como un acto de adoración. 

Los eruditos la definen como obedecer a Dios haciendo lo que Él ha ordenado y evitando lo que Él ha prohibido, con amor y temor hacia Él, y poniendo nuestra confianza en Él. 

2) También se refiere a una acción en sí misma en términos abstractos, como la oración, el ayuno, etc. Los eruditos la definen como todo acto o palabra que Dios ama y con la cual está complacido.

Todas las acciones encomendadas por el Islam son llamadas actos de culto (‘ibadat), porque la gente las realiza con humildad y con amor a Dios. Por cierto que en la adoración a Dios debe haber amor y sumisión a Él. 

Dios nos ha dicho que el propósito último detrás de la creación de los genios y de la humanidad es que Le adoremos a Él solamente, sin compañero ni asociado. Dios dijo (traducción del significado): 

“Por cierto que he creado a los genios y a los hombres para que Me adoren” (Ad-Dariyat, 51:56). 

¿Cómo podríamos lograr este propósito y cumplir con esta meta? 

Mucha gente piensa que los actos de culto se limitan a los rituales que Dios ha encomendado, que deben realizarse en ciertos momentos, tales como la oración y el ayuno, y que este es el fin del asunto. Pero esto no es así. 

¿Cuánto toma a los musulmanes realizar estos rituales de culto cada día y cada noche? ¿Cuánto le lleva a lo largo de toda su vida? ¿Y qué pasa entonces con el resto de su vida y con el resto de sus energías? 

Si la persona fuera a gastar todo el tiempo que le queda en cosas que no implicaran adorar a Dios, ¿cómo podría cumplir este objetivo para el cual Dios lo ha creado? ¿Cómo podría cumplir con las palabras de Dios “Diles: Por cierto que mi oración, mi oblación, mi vida y mi muerte pertenecen a Allah, Señor del Universo” (Al-An’am, 6:162)? 

La adoración a Dios es un asunto que abarca toda la vida del musulmán. Cuando el musulmán se esfuerza en buscar su provisión de manera lícita está adorando a Dios, porque Dios le ha ordenado hacer eso. Dios dijo (traducción del significado): 

“Él es Quien os ha hecho propicia la Tierra [para que viváis en ella]. Transitad, pues, por sus caminos y comed de Su sustento, y sabed que compareceréis ante Él” (Al-Mulk, 67:15). 

Cuando el musulmán duerme, duerme para recuperar fuerzas y adorar a Dios, como Mu’adh Ibn Yabal (que Dios esté complacido con él) dijo: “Busco recompensa por mi sueño así como busco recompensa por interrumpirlo para levantarme a la noche a rezar”. Narrado por Al-Bujari, 4342. 

Ciertamente, el musulmán es aquel que no se conforma con realizar sus actividades diarias a menos que complazcan a Dios, ya sea comer, beber o mantener relaciones maritales, como el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “En las relaciones íntimas de cada uno de ustedes hay una caridad (es decir, una buena obra)”. Ellos le respondieron: “Oh, Mensajero de Dios, si satisfacemos nuestros deseos, ¿seremos recompensado por ello?”. Él respondió: “Acaso no seréis castigados si satisfacéis vuestros deseos recurriendo a lo ilícito?”. Y ellos respondieron: “Sí”. Y él replicó: “De la misma forma, si satisfacéis vuestros deseos de manera lícita, seréis recompensados”. Narrado por Muslim, 1006. 

La forma de alcanzar este elevado estatus es que el musulmán siempre recuerde que Dios, sin importar lo que la persona esté haciendo, Dios lo está viendo, y que siempre está en una situación en que puede hacer algo que a Dios le complazca o que a Dios le enfurezca. Si hace algo que a Dios le complace, entonces que alabe a Dios y que haga más de lo mismo. Y si hace algo que a Dios le enfurece, que se arrepienta ante Él y que busque el perdón de Dios, tal como Él describió a Sus piadosos servidores cuando Él dijo (traducción del significado): 

“Aquellos que al cometer una obscenidad o iniquidad invocan a Allah pidiendo perdón por sus pecados, y no reinciden a sabiendas, sepan que sólo Allah perdona los pecados. 136. Para ellos la retribución será alcanzar el perdón de su Señor y jardines por donde corren los ríos, en los que estarán eternamente. ¡Qué hermosa recompensa para quienes obraron correctamente!” (Aal ‘Imrán, 3:135-136). 

Esta es la forma en la cual nuestros rectos predecesores comprendieron la adoración a Dios. Ellos no la limitaron solamente a los rituales y a los momentos en que realizaban estos rituales, y convirtieron el resto de su vida también en una forma de culto. Más bien, ellos tenían la sensación de que su vida entera estaba dedicada a la oración y que los rituales eran momentos en los cuales ellos se concentraban y renovaban su energía espiritual para tener la fuerza para realizar todos los demás actos de culto. Por eso ellos prestaban tanta atención a los actos de culto, de la misma forma que un viajero presta mucha atención a los suministros que llevará durante su viaje. 

Ellos eran como Dios los describió (traducción del significado): 

“Aquellos que invocan a Allah estando de pie, sentados o recostados, meditan en la creación de los cielos y la Tierra y dicen: ¡Señor nuestro! No has creado todo esto en vano ¡Glorificado seas! Presérvanos del castigo del Fuego” (Aal ‘Imrán, 3:191). 

Ellos recordaban a Dios en todas las circunstancias, tanto mentalmente como verbalmente. Su temor reverencial a Dios y su idea de la grandeza de Dios estaba constantemente presente en sus mentes, en todo lo que ellos hicieran o dijeran. Si alguno de ellos cometía un error se corregía a sí mismo como se describió en el verso citado arriba del capítulo Aal ‘Imrán. 

Debemos notar que el ser humano es adorador por naturaleza, y que la adoración es parte esencial de su carácter. Por lo tanto, el ser humano adorará a Dios solamente, sin atribuirle compañero ni asociado, o adorará cualquier otra cosa junto con Él o en lugar de Él. Esta última clase de culto es la que Dios definió como el “culto de Satanás”, porque es una respuesta a la llamada de Satanás. Dios dijo (traducción del significado): 

“¿Acaso no tomasteis un compromiso conmigo ¡Oh, hijos de Adán! de no obedecer y adorar a Satanás, porque él es un enemigo evidente para vosotros” (Ya-Sin, 36:60). 

El ser humano no puede adorar al mismo tiempo a Dios y a Satanás: 

“¿Acaso quien camina cabizbajo y tropezando [sumergido en la incredulidad] está mejor encaminado que quien transita erguido [firme en la fe] por el sendero recto?” (Al-Mulk, 67:22). 

“¿Acaso se pueden equiparar el ciego y el vidente? ¿O las tinieblas y la luz? ¿O es que aquello que Le atribuyen a Allah ha creado algo como lo hace Él, por lo que os confundisteis y creísteis que debíais adorarlo? Diles: Allah es Quien ha creado todas las cosas, y Él es Único, Victorioso” (Ar-Ra’d, 13:16). 

Satanás intenta conducir al ser humano gradualmente lejos del culto a Dios. A veces triunfa temporalmente, como en el caso de un pecado cometido, como el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Nadie que mantiene relaciones sexuales ilícitas es un creyente cuando lo está cometiendo, y ningún ladrón es un creyente en el momento de robar”. Narrado por Al-Bujari, 2475; Muslim, 57. 

En ocasiones, Satanás tiene un éxito completo y corta la conexión que esta persona tiene con Dios, de tal manera que la persona comete pecados peores. Buscamos refugio en Dios de eso. 

En ocasiones, el culto a Satanás consiste en obedecer los propios caprichos y deseos, como Dios dijo (traducción del significado): 

“¿Acaso crees [¡Oh, Muhammad!] que puedes velar por las obras de quienes hacen todo lo que les dictan sus pasiones?” (Al-Furqán, 25:43). 

La persona gobernada por sus caprichos e impulsos hace cualquier cosa que le agrade y se abstiene de cualquier cosa que no le agrade, por lo tanto es como si se adorara a sí mismo como a un dios. Otro caso es la gente que adora al dinero, como el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Que perezca el esclavo del dinero y de la ropa elegante; si la tiene está complacido, y si no la tiene está decepcionado y furioso. Que perezca y que si se clava una espina no encuentre a nadie dispuesto a quitársela”. Narrado por Al-Bujari, 2887. 

Esto se aplica básicamente a todo aquel cuyo corazón o mente está aferrada a cualquier otra cosa que Dios, incluso a sus propios deseos mundanos. Si obtiene lo que busca está feliz, y si no lo obtiene está decepcionado y furioso. Por lo tanto, es un esclavo de sus deseos porque la esclavitud aquí se refiere de hecho a la esclavitud de la mente. Cuanto más esclavo es de sus caprichos más débil es su sumisión a Dios, de tal forma que si su esclavitud es muy fuerte le impide aferrarse a la religión, convirtiéndose en un idólatra y en un incrédulo. Si él debe abstenerse de los deberes obligatorios de la religión para cumplir sus caprichos y deseos, o si debe recurrir a lo ilícito para ello, lo hará, y esto afectará su sumisión a Dios y su fe al punto de quitarle su compromiso religioso. 

Le pedimos a Dios que nos bendiga y nos permita someternos completamente a Él, y que nos cuente entre Sus amigos cercanos y Sus sinceros adoradores, porque Él es El Omnioyente, El Inmanente, El que responde las súplicas. Y Allah sabe más. Que Dios bendiga y otorgue la paz a nuestro Profeta Muhámmed, a su familia y a sus compañeros”. Fin de la cita. 

Ver Mafahim Ianbagui ‘an Tusahhah, por el shéij Muhámmad Qutub, pág. 20-23, 174-182; y Al-‘Ubudíyah, por el shéij Al-Islam Ibn Taimíyah. Este último libro está disponible en inglés bajo el título “’Uboodiyyah – Being A True Slave of Allaah”, publicado por Ta-Ha, Londres, Inglaterra.

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